sábado, 14 de noviembre de 2015

Vida propia, identidad y contexto (ENCARGO GAM)

La actitud de un espacio con la carga histórica, social y política como la del actual Centro Cultural Gabriela Mistral es un fiel reflejo del acto del querer recuperar la memoria ciudad y poseer la vivencia personal de esos espacios. Desde el principio se han planteado preguntas y respuestas sobre lo que existe y lo que puede existir dentro de la trama urbana, en base a si seguir con su lógica o establecer nuevos parámetros olvidándonos del pasado para explicarse e interpretarse desde la obra nueva. La real interrogante en estos espacios, con grandes cualidades espaciales; es si mantener la vida e historia del lugar, o proyectar un cambio radical en su forma.

La euforia política de 1972 y la realización de la Tercera Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas en Chile permitió que el Barrio Lastarria recibiera al edificio de la UNCTAD III. Un proyecto en tiempo record[i] que quiso reflejar los nuevos tiempos de la arquitectura moderna y, de cómo el país se encontraba preparado para recibir un evento internacional de envergadura. Entrando más detalladamente en su arquitectura, quizás esta siempre buscó desligarse del pasado y mostrar el nuevo mundo moderno, sin pensar que adquiriría una importancia tal se terminaría por hacer parte de un barrio histórico adquiriendo una identidad propia. Su historia se volvió historia del lugar, se hizo parte del entramado de la zona. Al hablar de arquitectura moderna se sabe que “Los arquitectos modernos trabajan con la analogía, el símbolo y la imagen y, aunque afirman rechazar todo determinante de sus formas que no sea la necesidad estructural y el programa, obtienen ideas, analogía y estímulos de imágenes inesperadas”[1] en donde la obra se termina por anclar en características y relaciones del lugar y no de otro.

Este planteamiento abarca tanto al edificio construido durante el gobierno de Allende, como al inaugurado en el 2010. Cuando la gente ocupa estos tipos de espacios permeables, significa que ellos están conscientes de las conexiones que se generan desde su interior hacia el exterior. Este sistema de configuración arquitectónica es el resultado de un proyecto que integra las posibles relaciones, entre el ahora Centro Cultural Gabriela Mistral con las condiciones exteriores de Barrio Lastarria. El edificio se termina por ensamblar en la trama urbana del centro de Santiago de modo que su apropiación, por parte de la gente que reside y la población flotante de la ciudad, supera a la de cualquier otro proyecto con las mismas características. Un éxito rotundo.

Es importante marcar un punto de vista personal: la voluntad de uso está sujeta a numerosos factores. En específico para este proyecto son sus grandes espacios disponibles para un público diverso, la geometría permeable que se presenta en los bloques interiores y, por último, es la inclusión de sus circulaciones a la trama ya establecida de Barrio Lastarria que genera nuevas líneas de dominio para la gente. Fue pensado para ese lugar y no para otro. Lo último es fundamental ya que es la esencia que conecta el proyecto con su entorno. No existe centro cultural sin vida propia; y esta condición de traspaso y permeabilidad es lo que hace ser al GAM lo que es. Se forma una relación simbiótica entre los usos de espacios que se terminan por complementar el uno al otro sin olvidar historia, contexto y experiencias. El edificio se convirtió en la interpretación del medio social, de una forma de vivir, de una cultura pujante y que gana terreno a través de los espacios dentro de su cubierta, pero mejor aún, fuera de ella abarcando y satisfaciendo su medio inmediato.        













[1] Venturi, Robert; “Aprendiendo de Las Vegas: El simbolismo olvidado de la forma arquitectónica”; Editorial Gustavo Gili, S.A.; Massachusetts; 1997.




[i] Considérese Tiempo Record: 275 días entre los años 1971 y 1972 con obreros voluntarios, en donde una construcción así se hubiese demorado aproximadamente 3 años.