Para poder realizar un análisis
de la figura “mall” como un fenómeno cultural que es propio de las urbes en
crecimiento, es importante apuntar hacia las diversas directrices de redes y
conexiones desde las cuales el mall se desenvuelve dentro de una ciudad. Se
deben entender perspectivas disciplinares como procesos sociales, formas del
territorio y tendencias económicas presentes en el país. Por las prácticas que
los usuarios realizan al interior de los recintos del mall, este es un espacio
que entra directamente en conflicto con la definición de espacio público, ya
que el mall intenta imitar y hacer aparecer esta imagen dentro de su orden
espacial y uso programático.
Existe un conflicto entre el
espacio público tradicional y las tendencias de la ciudad contemporánea. El
mall en si, como un artefacto arquitectónico, posee un sentido categórico de
consumo que ejerce transformaciones en el espacio privado, garantizando una
condición de “espacio público” que sirve para atraer clientes. Se argumenta
sobre variables que influyen en la formación y en la evolución de estos
espacios, no obstante, el espacio del mall presenta una pugna referente a lo
público: su condición dedicada al consumo lo imposibilita de ser espacio
público.
Hablando del espacio en general,
el mall organiza todo un simulacro estructural en donde se intenta imitar la
ciudad para hipnotizar a los transeúntes obligándolos a vagar por los pasillos
llenos de tiendas. El fin último del espacio mall es hacer percibir a su
usuario un éxtasis mezcla entre lo sintético y lo real. Quiere aparentar ser un
espacio homogéneo, cuando en verdad es un espacio heterogéneo. Dentro de este
contexto existen muchos autores que hablan de este sentido de simulacro entre
la ciudad y el espacio mall, como por ejemplo el filósofo Michele Foucault que
dictaba una función jurídico-política del espacio público en tiempo atrás; esto
quiere decir, que en la antigüedad la espacialidad publica se representaba como
un poder negativo (de castigo), y que en los tiempos modernos el espacio
público actúa como un poder interdisciplinario (de observación y vigilancia)
propio de la ciudad contemporánea que quiere replicar el mall dentro de sus
muros. También Margaret Crawford habla sobre lo real y lo fantasioso en su
ensayo El mundo en un centro comercial.
Habla que el acto de simular está presente en los dos, que es una condición
recíproca. Ya que hoy en día la ciudad y sus edificios simulan las estructuras
de una vitrina de centro comercial[1].
Es paradójico lo mencionado sobre la reciprocidad de los actos, ya que la
lógica de mall transgredió los estratos de la realidad urbana y arquitectónica,
y el programa de la ciudad se comenzó a construir a partir de esa lógica
urbanística.
Existe una crítica de la definición
actual de “espacio público”, ya que el concepto teórico se definiría como un
lugar de construcción ciudadana y encentro social. Algo que como espacio público
en si está desapareciendo o más bien se ve reemplazado por los espacios del
mall. Estos espacios laberinticos ideados para hacer desaparecer la noción del
tiempo en los usuarios posee un recorrido diseñado para el comercio. Dentro del
mall es donde existe un mix programático que genera flujos controlados a partir
de que las tiendas y servicios que funcionen en conjunto y ayuden a la eficacia
del sistema del mall. En la mayor parte de los casos, la planta arquitectónica
es un diagrama simple caracterizado por el uso de pasillos amplios y largos,
curvas suaves y esquinas ochavadas. Todo en función de poseer un mayor control
del espacio.
[1] Consultado el 13 de abril de 2016, desde
Harvard Proyect On The City (2001)
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