martes, 8 de diciembre de 2015

La pérdida de urbanismo (ENCARGO VILLA SAN LUIS)

Transformar la ciudad y otorgarle calidad son las promesas que el urbanismo intentó cumplir a la par del movimiento moderno en los inicios de siglo XX. Las condiciones cambiantes proponían un mejor manejo y mayor control sobre los fenómenos de la ciudad contemporánea, abarcando factores como demografía, sistemas e infraestructuras. Los arquitectos buscaban redefinir la urbe por medio de estrategias que representan los avances y crecimiento de una sociedad. Pero ¿Cómo explicar la contradicción que envuelve al urbanismo que, como ejercicio de la profesión arquitectónica, fue desapareciendo dentro de la urbanización generalizada? Globalmente las ciudades experimentan un crecimiento exponencial que establece el “triunfo del urbanismo” dentro de las aspiraciones de la condición humana actual. Pero no siempre condice la calidad de vida esperada o la interpretación adecuada del lugar.

La auténtica cuestión urbanística de la época es la grandeza, sin importar lo que exista anterior a ello; porque el avance y el progreso lo exigen. El movimiento místico moderno, con un fundamento y una orientación clara, dejó cimentado el camino hacia la arquitectura de la grandeza y de la omnipotencia: la racionalización de la ciudad en grandes esquemas de vivienda que muestran una heterotopía feliz. A nivel global se presentan varios planes que entran en la categoría de “fracaso colectivo” como son en Unite d´habitation de Le Corbusier[1], The Robin Hood Gardens de Peter y Alison Smithson[2]; y a nivel más local el Barrio Modelo San Luis de Arturo Baeza y Miguel Eyquem[3].

Hablando específicamente del modelo urbanístico propuesto para la comuna de Las Condes, al construirse durante un periodo de inestabilidad política su fracaso durante el gobierno militar no debiese causar sorpresa. Lo sorprendente es la forma en como el sistema inmobiliario segregó los bloques de viviendas hasta convertirlas en un tumor dentro de la trama urbana en desarrollo. Lo que convierte esta experiencia de innovación urbanística (La Villa San Luis) en desconcertante, y para los arquitectos de las grandes torres del barrio Nueva Las Condes; humillante. La desafiante persistencia y el aparente vigor de los vecinos que no fueron desalojados, ubicaron este polígono como el fracaso de la integración que tanto busca y reza el urbanismo de estos tiempos.

En la zona de Nueva Las Condes el urbanismo desapareció. Esto se evidencia en cada edificio o sistema habitacional que  no piensa en su contexto presente o en la mejor forma de conectarse con su medio. La cantidad y la grandeza superó la profesión implicada en la construcción de las ciudades: el urbanismo.  Lo mismo ocurrió con el complejo habitacional The Robin Hood Garden en donde actualmente existe una orden de demolición por parte de la Secretaria de Estado de la ciudad de Londres. La agrupación Twentieth Century Society buscaba proteger el proyecto con el apoyo de arquitectos como Zaha Hadid, Richard Rogers, Robert Venturi, Richard Meier, Denise Scott Brown, Norman Foster y Toyo Ito; que apuntan a su valor histórico y arquitectónico dentro de la trama urbana londinense. El crecimiento desmedido del east London enclaustró un conjunto habitacional hasta volverlo obsoleto para estos tiempos.

El arquitecto Rem Koolhaas menciona el caos y el fracaso colectivo de todos los agentes involucrados en la construcción de ciudad: “La insatisfacción con la ciudad contemporánea no ha conducido al desarrollo de una alternativa creíble; por el contrario, no ha hecho sino inspirar modos más refinados de articular la insatisfacción. Toda una profesión persiste en sus fantasías, su ideología, sus pretensiones, sus ilusiones de implicación y control, y se vuelve incapaz, por tanto, de concebir nuevas modestias, intervenciones parciales, realineamientos estratégicos que pudieran influir, redirigir, alcanzar el éxito en términos limitados, reagrupar, empezar desde cero incluso, pero sin restablecer nunca el control.[4] Su mención alude a la promesa perdida que el movimiento moderno profetizaba; el de transformar cantidad en calidad mediante la abstracción y la repetición. El no trabajar con una urbanidad respetuosa con lo existente, con las trazas y el carácter histórico de los lugares, crean espacios inconexos dentro de paisajes faltos de permanencia. Si la Villa San Luis se hubiera vendido desde un principio ya no quedaría registro de una historia latente y seria lugar para edificios de oficina con certificación Leed. La construcción masiva y no planificada abre las puertas a errores e incoherencias que generan espacios sin genius loci. La ciudad es el último valor humano que se sigue transformando en un objeto desmedido y sin control de sus cambios y dinámicas necesarias.          





Villa San Luis
Fuente propia

Pobladores Villa San Luis
Fuente: The Clinic
http://www.theclinic.cl/2014/05/19/villa-san-luis-la-caida-del-ultimo-bastion-de-allende-en-las-condes/




Pobladores Villa San Luis
Fuente: The Clinic
http://www.theclinic.cl/2014/05/19/villa-san-luis-la-caida-del-ultimo-bastion-de-allende-en-las-condes/

Conjunto habilitacional Robin Hood Garden
Fuente: The Guardian
http://www.theguardian.com/artanddesign/2010/dec/05/robin-hood-gardens-east-london


Pasillo Robin Hood Garden
Fuente: The Guardian
http://www.theguardian.com/artanddesign/2010/dec/05/robin-hood-gardens-east-london







[1] “Le Corbusier's first Unité d'Habitation is arguably the most influential Brutalist building of all time. With its human proportions, chunky pilotis and interior "streets", it redefined high-density housing by reimagining a city inside an 18-storey slab block. Completed in 1952 in Marseille, the building took Le Corbusier's most famous quote – that a house is "a machine for living in" – and applied it to an entire community. The result was a self-contained concrete vessel that is structured like an ocean liner.”
-Parte de un artículo web consultado el 4 de Diciembre de 2015, sin autor específico.
http://www.dezeen.com/2014/09/15/le-corbusier-unite-d-habitation-cite-radieuse-marseille-brutalist-architecture/
Unité d'Habitation, Marseille by Le Corbusier.

[2] “Designed by Alison and Peter Smithson and completed in 1972, Robin Hood Gardens was an urban solution to an impossible site overwhelmed by the cacophony of traffic noise. The Smithsons devised two reinforced concrete blocks which acted as noise barriers against the Blackwall Tunnel, an ample landscaped garden separating the blocks and 10ft high acoustic walls at street level. However, where the Smithsons succeeded in noise reduction, they failed in providing adequate standards of living for dwellers.”
-Parte de un artículo web consultado el 4 de Diciembre de 2015, escrito por Shiri Webb para la British Architectural Library, RIBA.
https://www.architecture.com/Explore/Buildings/RobinHoodGardens.aspx
Robin Hood Gardens.

  
[3] “El proyecto de San Luis, aunque no se construyó, fue emblemático para el urbanismo chileno… El proyecto se concibió en una época de inestabilidad política en Chile, entre  los años 1969 y 1974. En este corto periodo existieron tres gobiernos de diferentes corrientes frente a los cuales la CORMU, Corporación de Mejoramiento Urbano, tomó un rol de moderador, debiendo adecuar en varias oportunidades el proyecto inicial con la intención de concretar el plan de un nuevo centro en Las Condes”
-Parte de un artículo web consultado el 3 de Diciembre de 2015, sin autor específico.
http://www.plataformaarquitectura.cl/cl/761203/clasicos-de-arquitectura-barrio-san-luis-cormu
Clásicos de Arquitectura: Barrio San Luís / CORMU

[4] Koolhaas, Rem; “What Ever Happened to Urbanism?”; S,M,L,XL; Monacelli Press; 1995.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Edificios Pato

La forma hace la función, o la función hace a la forma. Da lo mismo como sea porque siempre existirá esa lucha interna que busca la respuesta correcta. Más bien, políticamente correcta. Es llamativo como esto aplica también dentro del ámbito de la arquitectura, en el sentido de qué es más correcto dentro del diseño propio del proyecto: arquitectura representativa o figurativa. Aquí viene la parte entretenida.

Empezando por hacer filtro de acuerdo a los gustos – mis gustos, claramente discutibles – entre lo representativo y lo figurativo, el 2° me genera más discusiones internas. Específicamente por una forma particular de construcción: los edificios pato, el extremo último de lo figurativo.  Mencionada y analizada por arquitectos seudo-modernos como lo son Robert Venturi y Denise Scott Brown en su libro Aprendiendo de las Vegas, los edificios pato son envolventes que reflejan su contenido de manera explícita. Una traducción literal de la función en el que su nombre nace inspirado en el Big Duck Bulding de Long Island, una sala de ventas de huevos y carne de pato. La persona que ideó esta estrategia de venta y publicidad gratis merece un premio porque en él no caben las dobles interpretaciones, el mensaje es muy obvio ante la gente que no desea complicarse la vida con expresiones arquitectónicas shuper locas de la cual, solo los elegidos por el Lado Oscuro de la Fuerza podemos comprender (abarco tanto a gente de la FAU como a personas instruidas en el arte, Matías Klotz, sociólogos, músicos, escultores y Federico Sánchez)[1].

Me llama poderosamente la atención esta forma de sobrevivencia publicitaria en la ciudad de Nevada. Más me llama la atención que este método se copie por el mundo. Según Venturi en sus palabras como académico de Yale dicta que en este caso “el rótulo es más importante que la arquitectura. Esto se refleja en el presupuesto del propietario. El rótulo, en primer plano, es un grosero alarde; el edificio, en segundo plano, una modesta necesidad. Lo barato aquí es la arquitectura.”[2] Su uso es vago y con el sentido único de una interpretación fácil y efectiva. El método del edificio pato me interesa por su (mala) interpretación o (mal) uso del sentido último de la arquitectura: la esencia de marcar lugar, la de singularizar el espacio a través de un elemento hito que caracterice el espacio donde cae. Con los edificios pato no ocurre eso porque el elemento tal vez se convierta en hito, pero más que eso se convierte en una anécdota que no genera lugar. Es solo un objeto llamativo que al mirarlo no sabes si te dan ganas de sonreír o te da progeria.

La arquitectura es lugar, fundamentalmente a través de la singularización del espacio. Es referente, es marca en el paisaje abierto al hombre, para el hombre y desde él. Una disciplina orientada al espacio, inclusive al diseño gráfico volumétrico (que puede ser un elemento constituyente de la arquitectura), pero no en forma de pato[3]. Cuando el Príncipe Carlos manda cartas reclamando la perdida de criterio por parte de algunos profesionales me gustaría unirme a su reclamo. Aunque también es muy válido el uso de la infraestructura como elemento figurativo entrando a la frase “la forma sigue al antojo”. Bien por ellos y bien si les resulta. Los chinos lo recibieron con los brazos abiertos por su valor icónico, pero el que esté construido en un lenguaje común y contemporáneo no significa que este bien. Para mí no; y en lo personal no creo que en los talleres de arquitectura –profesionales o académicos– la argumentación de un proyecto inicie con la forma lógica que quiere representar. Discurso barato y obsoleto.  

En 1998 el editor de la revista A10 Hans Ibelings escribió una muy buena observación en su libro Supermodernismo: “una arquitectura que refiere a nada fuera de sí misma y no apela al intelecto, automáticamente prioriza la experiencia directa, la experiencia sensorial, de espacio materia y luz. En una época en la que nadie se sorprende ya más con nada, parece que estímulos más intensos se requieren para despertar los sentidos”[4]. La obra de Peter Zumthor y el pensamiento de Juhani Pallasmaa, por mencionar los más obvios, han devuelto la experiencia arquitectónica a la piel, lejos de las interpretaciones de la forma. Por fortuna, no se ve el retorno ni la aceptación de los edificios pato aunque si se debe reconocer de su éxito en ventas y publicidad gratis. Por algo Venturi lo analizó en su libro y por algo seguimos hablando y escribiendo de ello.

Si algún día viajo a Las Vegas me sacaré una foto al lado de ese edificio solo por el morbo de estar al lado de un pato gigante. Para finalizar esta lluvia de ideas, un compilado de fotos de edificios patos y no tan patos. Deleite para los ojos.

EL REY  The Big Duck Building

UNA PELOTA
Salón de la fama del Fútbol, Pachuca, México 

UN CHOCLO
Pabellón de México, EXPO Milan 2015

PESCADO
Oficina Regional de desarrollo pesquero, Hyderabad, India

PIANO-VIOLÍN
Conservatorio de música, Huai Nan, China

LA CASA DE BOB ESPONJA
Edificio Piña, Sudáfrica


NOKIA LADRILLO
Edificio Telefónica, Providencia
ACIERTO FOTOGRÁFICO
Costanera Center, Providencia.



[1] Quizás algún día extienda esta lista. Ahora no se me ocurre nadie más.
[2] Venturi, Robert; “Aprendiendo de Las Vegas: El simbolismo olvidado de la forma arquitectónica”; Editorial Gustavo Gili, S.A.; Massachusetts; 1997.
[3] Ni de zapato, perro, choclo, pene, botella, pepino, celular, piña, ni siquiera como pelota de futbol.  
[4] Ibelings, Hans; “Supermodernismo: arquitectura en la era de la globalización”; Editorial Gustavo Gili; Edición ilustrada; 1998.